sábado, 24 de septiembre de 2011

Cada uno tiene lo que se merece.


Hace poco tiempo, alguien me preguntó "¿Crees que tengo lo que me merezco?" y esa pregunta me hizo reflexionar. Por qué si realmente cada uno tuviéramos lo que nos merecemos, las personas a las que solemos llamar "gente mala" como asesinos, pederastas, ladrones, maltratadores etc estarían todos en la cárcel, pues el que mal hace mal tiene, y es entonces tendrían lo que se merecen. Pero ¿qué pasa con la gente a la que llamamos, simplemente "gente"? Las buenas personas, con buenas intenciones viven día día situaciones que más de uno no ha podido soportar. Y esas situaciones hacen que la gente caiga y caiga. He aquí la paradoja: Un hombre humilde que saca adelante una familia, posee un pequeño negocio, una joyería. Un día, mientras él está recogiendo, un par de ladrones con la cara tapada asaltan la pequeña joyería, llevándose todo el dinero y además dañando al dueño. Supongamos que a los ladrones no los cogen y salen victoriosos de su asalto. ¿Ha tenido el hombre humilde lo que se merece? ¿Y los ladrones? 
Pero aún así, creo que la frase hecha "cada uno tiene lo que se merece" tiene una parte de real, lo que sucede es que no es así siempre. Pues como he dicho antes, la "mala gente" se pudre en las cárceles, y los ladrones que atracan la joyería del hombre humilde pueden ser atrapados. Así que "cada uno tiene lo que se merece" debería padecer una modificación "A veces, cada uno tiene lo que se merece"


Y ahora yo te pregunto ¿Y tú, tienes lo que te mereces?

lunes, 12 de septiembre de 2011

Sonrisas




Sonríes, mires donde mires, hagas lo que hagas, pienses lo que pienses. Siempre sonríes. Y aún sonríes más, cuando sabes el por qué, cuando sabes que allá dónde mires lo vas a ver a él, cuando sabes que hagas lo que hagas, él va a estar ahí, y cuando sabes, que en tus pensamientos siempre se cuela él. 


lunes, 5 de septiembre de 2011

El mundo sobre mi

El mundo calló sobre mi con un peso demasiado inmenso para soportarlo. Todo lo que había hecho y dicho venía ahora a mi mente, y todo recuerdo era un pinchazo en la cabeza, cada uno más fuerte que el anterior. Finalmente, consciente de que no podría soportarlo mucho tiempo más dejé que el mundo me aplastara sin darle importancia a las consecuencias.