jueves, 28 de julio de 2011

Acaba de acabar



¿Cuando sabes que todo ha acabado? Lo sabes, cuando ya no te apetece seguir luchando por ello, cuando piensas en ello con una sonrisa resignada, cuando después de mil y un intentos vanos te das cuenta de que el mil y dos también va a ser inútil, cuando llegas a la conclusión de que estás luchando sola, cuando piensas en lo bonito que pudo haber sido, cuando sientes que todo acabó.
Con todo, esperas que algo, como una simple llamada, lo solucione todo, aún sabiendo que esa llamada nunca llegará. O quizás, cuando llegue, sea demasiado tarde.. 

Escepticismo.




- Yo no creo en el amor. -
- ¿Cómo no vas a creer en el amor? El amor es... es... -
- Es un sentimiento absurdo, que te hace comprotarte de un modo imbécil. -
- ¿Y las personas que se casan? -
- Papeleo. -
- ¿Y los abuelitos que mueren juntos? -
- Rutina.
- ¿Y los que hacen todo lo posible para estar juntos? -
- Tontos. -
- ¡Eres una escéptica! -
- Quizás, pero no me harán daño. -
- Entonces no eres una escéptica, solo tienes miedo. -




Besos prohibidos.





- ¿Tienes excusas para todo?
- No, ahora estoy buscando una para besarte. 

Tarde o temprano.

Recogí lentamente mis cosas plenamente consciente de lo qué sucedería cuando cruzara la puerta. Acabé de recogerlas intentando convencerme de que retrasando el momento sólo conseguiría que mi agonía aumentara, que todo llega tarde o temprano. Por lo que me decidí a caminar, dando cada paso cómo si fuera el último, sabiendo que en el momento en el qué cruzara la puerta todo acabaría.


viernes, 22 de julio de 2011

Tormentas de verano.

Tormentas. Tormentas veraniegas, tormentas pasajeras. Llegan de repente, inesperadas. La primera gota te sorprende, la segunda te divierte, la tercera... en la tercera sabes que se viene la tormenta.
Dejas que las gotas frías caigan sobre tu piel , te sientes libre a gusto, cómoda.
La gente pasa a tu alrededor apresurándose para no mojarse, tú ajena a todo, a todos, sigues dejando que las gotas calen tu ropa.
Pero la tormenta pasa... tu pelo aún mojado deja caer gotas que resbalan por tu espalda provocandote un escalofrío que te recorre todo el cuerpo.
La tormenta pasa, sólo era un nube. Tormentas. Tormentas veraniegas, tormentas pasajeras.



Eclipsado por las nubes.






Salí a la calle cerrando la puerta a mis espaldas, una ráfaga de aire revolvió mi pelo suelto. No pude evitar mirar al cielo, las nubes tapaban el sol, movidas por el aire. Una sonrisa se escapó de mis labios, y mientras caminaba pensaba en que el sol se encontraba en la misma situación que yo, eclipsado por las nubes, por muchas nubes, pero ¿qué debe hacer ese pequeño sol para brillar?

Quién no arriesga, no gana.






Pero ¿Cómo arriesgarse? No pisamos sobre seguro, caminamos sobre agua, y no sabemos si nos inundaremos o saldremos a flote, y esto, claro, complica el riesgo. Y además, ese caminar sobre el agua, probablemente es más fuerte que la fuerza de seguir flotando. Y entonces, ¿Aprendes a nadar o te quedas en la orilla?
"Prefiero arriesgarme con el ímpetu, que consolarme con la esperanza." 


París.

Despegas, ves como la ciudad se va haciendo diminuta a tus pies, las casas que anteriormente te habían parecido enormes son imperceptibles ahora. Ves pequeños puntos de diversos colores, predominando el amarillo de las pequeñas lucecitas. Todos esos puntitos de colores forman figuras, a veces geométricas, a veces abstractas,las miras, son cómo piezas de un puzle, millones y millones de piezas que debes encajar en un puzle que parece no acabar jamás... Y luego, ves como una manta negra va cubriendo esas piezas, hasta que ya no quedan luces, sólo mar.
De pronto, aparece un punto rojo, que aparentemente se mueve contigo, encandilada sigues mirándolo, LA LUNA, es como un trozo de magia que se ha 

escapado y está en el cielo para guiarte en tu viaje. 


Reiteración.


Nos miramos. Sonríes. Alzo una ceja, desconfiada. Te acercas, me acerco. Me coges, bailamos. Me besas, te dejo. Me separo, llegan otras: Las miras, les sonríes, te acercas, las coges, bailáis, las besas..


Rosatto.


Tú 
Él
Una botella de vino y una cama vacía... 

We can ride on a star.

Acabé de arreglarme justo cuando él llamó a la puerta de mi casa, bajé rápidamente por la escaleras, tenía ganas de verlo. Me recibió con un beso fugaz y una preciosa sonrisa. Me llevó al restaurante más bonito en el que había estado nunca. Con un enorme acuario donde pequeños pececillos nadaban tranquilamente.
Después me llevó a su casa, y estando ya arriba, aún con las luces apagadas, puso nuestra canción, y me señaló la ventana con la cabeza, allí había un telescopio, me agaché para mirar por él y vi una enorme estrella brillante. Lo miré, le sonreí, me devolvió la sonrisa.
- ¿Te gusta? - preguntó aún sonriendo.
- Me encanta. - Cogió un papel doblado en forma de pergamino y me lo dio.
- Es tuya, le he puesto tu nombre. -




¿Y si huimos?



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Dame tu mano, agárrala fuerte, y huyamos, corramos hasta caer al suelo sin aliento. Sin rumbo, sin destino, solo correr. Correr para olvidarlo todo, para no enfrentarnos, para ocultar, para no llorar, para gritar. Simplemente para empezar de nuevo. 

Decisiones.



No sabemos en qué medida afectan nuestras decisiones a los demás. La mayoría de ellas, la tomamos pensando en nosotros mismos, o adivinando que pasará una vez tomadas. Pero el problema llega cuando tomamos la decisión incorrecta y pensamos que no lo es.


Cuentos.

Nos empeñamos en crear nuestra propia realidad, y nos sumergimos de tal forma en ella, que la auténtica realidad queda olvidada, lo que nos lleva a vivir en un cuento, y es al salir de él cuando caes sin fuerza para levantarte.


Millones de preguntas.

Sus voces resonaban muy fuerte en mi cabeza, ellos, los que me habían incitado a hacerlo, eran ahora los que me dejaban sola ante la intemperie, con millones de preguntas agolpando mi mente. ¿Sería capaz de perdonarme? ¿Había obrado bien? ¿Merecería la pena? Y la peor de todas ¿Cómo acabaría esto?