viernes, 16 de diciembre de 2011

Derrumabiento.




Aquella princesita había pasado de un cuento de hadas a una novela de terror. Su alta torre calló haciéndose añicos, y ella quedó bajo los escombros en una profunda oscuridad. Al principio lloró, después gritó, pero al final, herida y hundida, decidió apartar esos escombros y construir una nueva torre. 

martes, 29 de noviembre de 2011

Rosas amarillas.

Estaba tirada en mi habitación compartida, recordando todos los momentos preciosos que había pasado con él, llorando, llorando de tristeza, pero tristeza no porque él me hubiese engañado, si no por haberlo perdido. Él era todo lo que yo siempre había soñado, pero ahora pienso que nunca debí conocerlo, porque los sueños, sueños son, debí hacerle caso a mi mente, y olvidar a mi corazón que me pedía encarecidamente que me fiase de él, que le quisiera. Ahora ese corazón estaba herido, recomponiéndose con helado de chocolate dulce. 
Entonces él entró con una rosa amarilla en las manos, me miró sin decir nada, con gesto dolido, le devolví la mirada sin ni siquiera molestarme en apartar las lágrimas de mis mejillas. Al ver que él no hablaba lo hice yo.
- Ya sé que me dirás algo así como que no te gusta verme así, que no querías hacerme daño o que jamás fue tu intención mentirme. –
- Yo… -
- Pero ¿sabes? A mí me duele verte, porqué teniéndote aquí mirándome así, sintiéndote culpable y con una rosa amarilla en la mano, no podré cumplir el férreo objetivo de olvidarte. Así que te pediría como favor personal que desaparecieras de mi vida, y siguieras con tu vida perfecta, y no, no es una ironía, tienes una vida perfecta, lo tienes ya todo hecho. Entre otras cosas tienes una novia perfecta, y con ella una relación en la que no voy a interferir, porque yo solo soy una estudiante de filología frustrada dado que no puedo estudiar periodismo y porque no publican mis libros por ser demasiado infantiles; adicta al chocolate y a las películas románticas. No te preocupes porque estás perdonado. Así que desaparece de mi vida, porque por más que el corazón me pida que no te deje marchar, mi cabeza gana esta vez, mirando por mí misma. Así que adiós. – Le dediqué la mejor sonrisa que podía dedicarle.
- Aquí te dejo la rosa. – la dejó sobre mi mesita.
- ¿Sabes? Las rosas amarillas son las que se regalan a los enfermos. – Él sonrió avergonzadamente.
- Yo solo quería ser original. –
- No te hace falta una rosa para ser original.- Él se marchó, ella deseó que fuera para siempre, pero su corazón lloró en silencio con el miedo de que el deseo se hiciera realidad.
Él caminó despacio por la silenciosa calle, sabía que no iba a encontrar ninguna chica como ella, pero ya era tarde, la había perdido. Mientras recordaba los momentos que habían pasado juntos se metió las manos en el bolsillo y siguió caminando sin mirar atrás.


Ella estaba sentada en una de las macas de la piscina del hotel, el camarero al que le había pedido un exótico cóctel llegó y lo depositó sobre una mesa que estaba al lado de ella. Ella le dio las gracias y miró su zumo, al lado, había una rosa amarilla y una pequeña targetita que decía << Para una estudiante de filología frustrada porque no puede estudiar periodismo y porque no publican sus libros por ser demasiado infantiles, adicta al chocolate y a las películas románticas. >> Ella sonrió, su corazón le dio un vuelco, lo buscó con la mirada y lo encontró en la barra del bar mirándola. Corrió hacia él con la rosa y la tarjetita en la mano. Lo besó, sin decir nada, sin esperar nada más excepto que él le devolviera el beso.
- No diré lo siento. – dijo él cuando ella paró de besarlo. 
- Mejor, porque amar es no tener que decir nunca "lo siento". -
- ¿Debo darle las gracias a tu cabeza por ceder a lo que tu corazón te pide?
- No, porque la cabeza, esta vez, está de acuerdo con el corazón. - 
Se besaron de nuevo. 

lunes, 28 de noviembre de 2011

Por qué.

Él había estado mucho tiempo preparándose para ese momento, la miró, estaba especialmente guapa. Ya no sólo por el precioso vestido rojo y negro que dejaba entrever su esbelta figura, que ella rara vez destapaba, si no porque ese día tenía algo especial, en su mirada, en su sonrisa, en sus gestos… Al menos, eso le parecía a él. 
Cogió aire, lo soltó, la miró apoyada en el puente, mirando distraídamente al vacío dejando que el aire jugara con los mechones sueltos de su pelo. La llamó:
- Cornelia. - Ella se volvió y lo miró, dispersa todavía, como si no quisiera dejar de mirar al vacío. Esperó a que él hablara. – Te quiero. – dijo él, sin pensárselo. Ella lo miró ahora apartando la vista del vacío. Parecía que no hubiera escuchado nada pues permaneció impasible. Luego frunció el ceño, y torció la cabeza hacia un lado, como si no comprendiera aquellas dos palabras.
- ¿Por qué? – le preguntó, seria, muy seria. 
¿Por qué? se repitió él asimismo, estaba preparado para cualquier tipo de respuesta como “para mí sólo eres un amigo” la más pesimista, “vayamos despacio”, como la más posible, o “yo también” como la más deseada. O incluso se había preparado gestos, como un abrazo de consolación, una sonrisa de complicidad, o un precioso beso. Pero por qué, eso no, para eso no estaba preparado. Su primera reacción fue sonreír, pero no estaba seguro de que esa sonrisa fuera de confusión, de ironía, o de no saber qué contestar. 
Ella no se tomó muy bien esa reacción.Pues respondió:
 – Es una pregunta seria. ¿Qué te hace quererme? ¿Qué te ha hecho pensar que me quieres? – Él no contestó, estaba en una especie de estado de shock. – Tu silencio es una respuesta para mí. – Se fue, o al menos caminó algunos pasos hasta que él se decidió a hablar. 
- Toda tú me incita a quererte, tus sonrisas, tus miradas, tu forma de vestir, tu forma de andar, tu forma de hablar, de reír, de gritar… Por tu forma de apartarte el pelo de la cara, de subirte disimuladamente los pantalones, de poner los ojos en blanco cundo algo te cansa, de morder distraídamente los bolis, por tu forma de clavar la pajita en el zumo que luego acabas bebiéndote sin pajita, por tus muecas… Por la forma en que te apoyas disimuladamente sobre tus brazos para ‘descansar la vista’, por tu forma de dar vueltas a todos los objetos que te rodean, de quitarte y ponerte los anillos mil veces cuando estás nerviosa, de crujirte los dedos, de subirte las gafas, de mirarte las uñas por aburrimiento, de bostezar, por la forma de subir una ceja cuando desconfías de algo y arrugar la nariz cuando imitas a tus amigas. También  me encanta cuando algo no te gusta y dices ‘puf’. La forma de alzar las cejas cuando algo te sorprende y fruncir el ceño cuando algo te extraña. Por como tratas a la gente, por como ayudas siempre a tus amigas. Por todo.
Y a tu segunda pregunta te diré que sé que te quiero, porque no puedo estar ni un segundo más sin robarte un beso. – Ella lo miró, esta vez sonriendo, ávida de un beso, se acercaron, se besaron, primero dulcemente, después apasionadamente.

                               

sábado, 19 de noviembre de 2011

Entre el humo de un cigarro.


Sola. Sí, sola. Estás sola, sola en una casa vacía. Consideras que es un espacio demasiado grande para ser compartido por ti y soledad. Triste. Sí, triste. Es triste, tener un espacio y no tener a nadie con quién compartirlo, un novio, un amigo, ni si quiera una mascota. Miras a tu alrededor, ves el paquete de tabaco con algunos cigarros saliéndose de la caja, piensas "¿Y si me fumo uno?" Pero sabes que el humo no se llevará tu soledad. Aún así, te lo enciendes y empiezas a fumar. El humo se pierde en formas diversas por tu habitación y tú sigues ahí sola, entre el humo de un cigarro.

martes, 8 de noviembre de 2011

Únicamente cinco pétalos.


Ahí estaba esa florecilla. No era la más bonita, ni la más grande, ni la que más brillaba, ni la más abierta. Simplemente era una más del gran banco de flores, pero era especial, por que tenía muchos más pétalos que las demás flores. Y cada día, esos pétalos se hacían más y más grandes, lo que la hacía más y más bonita. Entonces, en una noche de tormenta esos pétalos se estropearon y muchos comenzaron a caerse, hasta que al final, la florecilla se quedó con cinco pétalos, únicamente cinco pétalos. A pesar de todo, no le hizo falta tener más, por que en ese momento supo que esos pétalos permanecerían ahí siempre.


jueves, 3 de noviembre de 2011

Tropiezas con la realidad.



Estás en el suelo, ya son muchas las caídas. Oyes la voces de apoyo, pero sabes que ellos solo te dicen lo que quieres escuchar. Ahora, tú acabas de tropezar con la realidad, y esta vez no tienes ganas de levantarte. Por que sabes que si te levantas volverás a caer... 

martes, 1 de noviembre de 2011

Aporía.




Dos caminos. Una elección. La elección fácil, dejar pasar el tiempo y dejar que el mismo decida. La opción difícil, adelantar el proceso y decidir por ti misma. 

martes, 25 de octubre de 2011

Con los ojos vendados andamos a ciegas.

Pienso, que durante mucho tiempo vivimos con los ojos vendados. Unos se los vendan a sí mismos, otros simplemente tienen la venda sin ser conscientes de ello.Y así, con los ojos vendados andamos a ciegas, viendo lo que queremos ver, o incluso lo que los demás quieren que veamos. Es en el momento en el que esa venda cae, por unas razones o por otras, cuando empiezas a ver la realidad. Realidad que no te gusta, realidad de la que quieres huir, esconderte. Pero es LA REALIDAD, tu realidad al fin y al cabo. Realidad a la que has de enfrentarte, te guste o no, sea fácil o no. Por que la vida es luchar, y el que no lucha, se queda ciego para siempre..



"La ignorancia es madre del miedo."

domingo, 23 de octubre de 2011

Errores

Hay errores que te ayudan a aprender, hay errores que te hacen rectificar, hay errores que te llevan a otros errores, hay errores que cuesta solventar, pero los peores errores son los imperdonables. Aquellos errores, que llegan a convertirse en una cadena de errores. Que una vez cometes el primero y es perdonado te lleva a cometerlo una y otra vez. Lo peor de esos errores es que no eres consciente de ellos, y cuando te das cuenta de lo que has hecho ya es demasiado tarde para rectificar. 

"El hombre que ha cometido un error y no lo corrige comete otro error mayor."

lo siento chicos fotos

jueves, 13 de octubre de 2011

No te rindas, sigue corriendo.

Estás ahí, sola a pesar de toda la gente que te rodea, y ves la pista abrirse ante ti. Suena el pitido de salida, y sales rápido, decidida, piensas que esta vez será diferente, crees que ganarás. ¡Plaf! Piedra en tu camino, consigues esquivarla y sigues, pero bajas el ritmo. Esas estúpidas piedrecitas que entorpecen tu camino están empezando a cabrearte. Y entonces... te detienes. Miras a tu al rededor, ves a toda la gente que está ahí apoyándote, gente que, ganes o pierdas estará ahí. Seguidamente fijas la vista en la meta, analizas el camino que te queda. Las piernas empiezan a dolerte, y psicológicamente te acusa el cansancio. Pero sonríes, vas a seguir corriendo. Sabes que si todo va bien vas a ganar esa carrera, si no, al menos sabrás que has hecho todo lo posible por conseguirlo. 

martes, 4 de octubre de 2011

Cada palabra tuya es una bala para mi




Justo en el momento en qué pensabas que habías hecho lo correcto aparece él, con palabras, sólo palabras. Pero palabras que te duelen, te duelen por qué sabes que son verdaderas, por que son las palabras que te has ocultado a ti misma, palabras que dispara apuntando justo al corazón, haciendo que este se desangre... Pero ambos sabéis que a ese corazón aún le quedan muchas batallas por librar, a pesar de haber perdido esta guerra. 

sábado, 24 de septiembre de 2011

Cada uno tiene lo que se merece.


Hace poco tiempo, alguien me preguntó "¿Crees que tengo lo que me merezco?" y esa pregunta me hizo reflexionar. Por qué si realmente cada uno tuviéramos lo que nos merecemos, las personas a las que solemos llamar "gente mala" como asesinos, pederastas, ladrones, maltratadores etc estarían todos en la cárcel, pues el que mal hace mal tiene, y es entonces tendrían lo que se merecen. Pero ¿qué pasa con la gente a la que llamamos, simplemente "gente"? Las buenas personas, con buenas intenciones viven día día situaciones que más de uno no ha podido soportar. Y esas situaciones hacen que la gente caiga y caiga. He aquí la paradoja: Un hombre humilde que saca adelante una familia, posee un pequeño negocio, una joyería. Un día, mientras él está recogiendo, un par de ladrones con la cara tapada asaltan la pequeña joyería, llevándose todo el dinero y además dañando al dueño. Supongamos que a los ladrones no los cogen y salen victoriosos de su asalto. ¿Ha tenido el hombre humilde lo que se merece? ¿Y los ladrones? 
Pero aún así, creo que la frase hecha "cada uno tiene lo que se merece" tiene una parte de real, lo que sucede es que no es así siempre. Pues como he dicho antes, la "mala gente" se pudre en las cárceles, y los ladrones que atracan la joyería del hombre humilde pueden ser atrapados. Así que "cada uno tiene lo que se merece" debería padecer una modificación "A veces, cada uno tiene lo que se merece"


Y ahora yo te pregunto ¿Y tú, tienes lo que te mereces?

lunes, 12 de septiembre de 2011

Sonrisas




Sonríes, mires donde mires, hagas lo que hagas, pienses lo que pienses. Siempre sonríes. Y aún sonríes más, cuando sabes el por qué, cuando sabes que allá dónde mires lo vas a ver a él, cuando sabes que hagas lo que hagas, él va a estar ahí, y cuando sabes, que en tus pensamientos siempre se cuela él. 


lunes, 5 de septiembre de 2011

El mundo sobre mi

El mundo calló sobre mi con un peso demasiado inmenso para soportarlo. Todo lo que había hecho y dicho venía ahora a mi mente, y todo recuerdo era un pinchazo en la cabeza, cada uno más fuerte que el anterior. Finalmente, consciente de que no podría soportarlo mucho tiempo más dejé que el mundo me aplastara sin darle importancia a las consecuencias. 

jueves, 28 de julio de 2011

Acaba de acabar



¿Cuando sabes que todo ha acabado? Lo sabes, cuando ya no te apetece seguir luchando por ello, cuando piensas en ello con una sonrisa resignada, cuando después de mil y un intentos vanos te das cuenta de que el mil y dos también va a ser inútil, cuando llegas a la conclusión de que estás luchando sola, cuando piensas en lo bonito que pudo haber sido, cuando sientes que todo acabó.
Con todo, esperas que algo, como una simple llamada, lo solucione todo, aún sabiendo que esa llamada nunca llegará. O quizás, cuando llegue, sea demasiado tarde.. 

Escepticismo.




- Yo no creo en el amor. -
- ¿Cómo no vas a creer en el amor? El amor es... es... -
- Es un sentimiento absurdo, que te hace comprotarte de un modo imbécil. -
- ¿Y las personas que se casan? -
- Papeleo. -
- ¿Y los abuelitos que mueren juntos? -
- Rutina.
- ¿Y los que hacen todo lo posible para estar juntos? -
- Tontos. -
- ¡Eres una escéptica! -
- Quizás, pero no me harán daño. -
- Entonces no eres una escéptica, solo tienes miedo. -




Besos prohibidos.





- ¿Tienes excusas para todo?
- No, ahora estoy buscando una para besarte. 

Tarde o temprano.

Recogí lentamente mis cosas plenamente consciente de lo qué sucedería cuando cruzara la puerta. Acabé de recogerlas intentando convencerme de que retrasando el momento sólo conseguiría que mi agonía aumentara, que todo llega tarde o temprano. Por lo que me decidí a caminar, dando cada paso cómo si fuera el último, sabiendo que en el momento en el qué cruzara la puerta todo acabaría.


viernes, 22 de julio de 2011

Tormentas de verano.

Tormentas. Tormentas veraniegas, tormentas pasajeras. Llegan de repente, inesperadas. La primera gota te sorprende, la segunda te divierte, la tercera... en la tercera sabes que se viene la tormenta.
Dejas que las gotas frías caigan sobre tu piel , te sientes libre a gusto, cómoda.
La gente pasa a tu alrededor apresurándose para no mojarse, tú ajena a todo, a todos, sigues dejando que las gotas calen tu ropa.
Pero la tormenta pasa... tu pelo aún mojado deja caer gotas que resbalan por tu espalda provocandote un escalofrío que te recorre todo el cuerpo.
La tormenta pasa, sólo era un nube. Tormentas. Tormentas veraniegas, tormentas pasajeras.



Eclipsado por las nubes.






Salí a la calle cerrando la puerta a mis espaldas, una ráfaga de aire revolvió mi pelo suelto. No pude evitar mirar al cielo, las nubes tapaban el sol, movidas por el aire. Una sonrisa se escapó de mis labios, y mientras caminaba pensaba en que el sol se encontraba en la misma situación que yo, eclipsado por las nubes, por muchas nubes, pero ¿qué debe hacer ese pequeño sol para brillar?

Quién no arriesga, no gana.






Pero ¿Cómo arriesgarse? No pisamos sobre seguro, caminamos sobre agua, y no sabemos si nos inundaremos o saldremos a flote, y esto, claro, complica el riesgo. Y además, ese caminar sobre el agua, probablemente es más fuerte que la fuerza de seguir flotando. Y entonces, ¿Aprendes a nadar o te quedas en la orilla?
"Prefiero arriesgarme con el ímpetu, que consolarme con la esperanza." 


París.

Despegas, ves como la ciudad se va haciendo diminuta a tus pies, las casas que anteriormente te habían parecido enormes son imperceptibles ahora. Ves pequeños puntos de diversos colores, predominando el amarillo de las pequeñas lucecitas. Todos esos puntitos de colores forman figuras, a veces geométricas, a veces abstractas,las miras, son cómo piezas de un puzle, millones y millones de piezas que debes encajar en un puzle que parece no acabar jamás... Y luego, ves como una manta negra va cubriendo esas piezas, hasta que ya no quedan luces, sólo mar.
De pronto, aparece un punto rojo, que aparentemente se mueve contigo, encandilada sigues mirándolo, LA LUNA, es como un trozo de magia que se ha 

escapado y está en el cielo para guiarte en tu viaje. 


Reiteración.


Nos miramos. Sonríes. Alzo una ceja, desconfiada. Te acercas, me acerco. Me coges, bailamos. Me besas, te dejo. Me separo, llegan otras: Las miras, les sonríes, te acercas, las coges, bailáis, las besas..


Rosatto.


Tú 
Él
Una botella de vino y una cama vacía... 

We can ride on a star.

Acabé de arreglarme justo cuando él llamó a la puerta de mi casa, bajé rápidamente por la escaleras, tenía ganas de verlo. Me recibió con un beso fugaz y una preciosa sonrisa. Me llevó al restaurante más bonito en el que había estado nunca. Con un enorme acuario donde pequeños pececillos nadaban tranquilamente.
Después me llevó a su casa, y estando ya arriba, aún con las luces apagadas, puso nuestra canción, y me señaló la ventana con la cabeza, allí había un telescopio, me agaché para mirar por él y vi una enorme estrella brillante. Lo miré, le sonreí, me devolvió la sonrisa.
- ¿Te gusta? - preguntó aún sonriendo.
- Me encanta. - Cogió un papel doblado en forma de pergamino y me lo dio.
- Es tuya, le he puesto tu nombre. -




¿Y si huimos?



Añadir leyenda




Dame tu mano, agárrala fuerte, y huyamos, corramos hasta caer al suelo sin aliento. Sin rumbo, sin destino, solo correr. Correr para olvidarlo todo, para no enfrentarnos, para ocultar, para no llorar, para gritar. Simplemente para empezar de nuevo. 

Decisiones.



No sabemos en qué medida afectan nuestras decisiones a los demás. La mayoría de ellas, la tomamos pensando en nosotros mismos, o adivinando que pasará una vez tomadas. Pero el problema llega cuando tomamos la decisión incorrecta y pensamos que no lo es.


Cuentos.

Nos empeñamos en crear nuestra propia realidad, y nos sumergimos de tal forma en ella, que la auténtica realidad queda olvidada, lo que nos lleva a vivir en un cuento, y es al salir de él cuando caes sin fuerza para levantarte.


Millones de preguntas.

Sus voces resonaban muy fuerte en mi cabeza, ellos, los que me habían incitado a hacerlo, eran ahora los que me dejaban sola ante la intemperie, con millones de preguntas agolpando mi mente. ¿Sería capaz de perdonarme? ¿Había obrado bien? ¿Merecería la pena? Y la peor de todas ¿Cómo acabaría esto?