viernes, 22 de julio de 2011

We can ride on a star.

Acabé de arreglarme justo cuando él llamó a la puerta de mi casa, bajé rápidamente por la escaleras, tenía ganas de verlo. Me recibió con un beso fugaz y una preciosa sonrisa. Me llevó al restaurante más bonito en el que había estado nunca. Con un enorme acuario donde pequeños pececillos nadaban tranquilamente.
Después me llevó a su casa, y estando ya arriba, aún con las luces apagadas, puso nuestra canción, y me señaló la ventana con la cabeza, allí había un telescopio, me agaché para mirar por él y vi una enorme estrella brillante. Lo miré, le sonreí, me devolvió la sonrisa.
- ¿Te gusta? - preguntó aún sonriendo.
- Me encanta. - Cogió un papel doblado en forma de pergamino y me lo dio.
- Es tuya, le he puesto tu nombre. -




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